miércoles, 7 de febrero de 2007

Érika Ortiz: Aquella muchacha de la pamela rojo ilusión

Hasta ayer Érika Ortiz, la hermana menor de la Princesa, era una trepa que había pasado de vender enciclopedias a codearse con lo más sonoro de la productora Globomedia, dónde se le preparaba la vuelta al trabajo, después de una baja de dos meses por estrés y ansiedad, con un nuevo destino en la Fundación Emilio Aragón, dentro de la empresa de comunicación que gobierna con tino el hijo de uno de los payasos de la tele. No pudo ser, Érika murió la mañana del 7 de febrero por causas que no deberían interesar a nadie, pero que darán para todo, incluido para el “respeto y la precaución” que ha pedido la familia, y para el secretismo que caracteriza a todo lo que roza a la monarquía española.
La vida de la más bohemia de los Ortiz no ha sido fácil. Los problemas económicos le persiguieron hasta que un príncipe se coló en sus vidas. Antes tuvo los de cualquier español que quiere vivir del arte sin más tarjeta de presentación que sus manos y su obra. En este caso, y hasta que se separaron, Érika y Antonio Vigo, de profesión escultor, tuvieron que compatibilizar sus propuestas artísticas con un sinfín de actividades laborales que ayudaran a llegar a fin de mes. Y es que ya lo saben: Acá vivir del arte, si no eres una estrella –aunque sea mediática-, si no es un imposible pertenece a la irrealidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobrecilla, la fama mata a mucha gente, más que la carretera.