miércoles, 31 de enero de 2007

Quintero y Obregón, una pareja del montón

Anita la ardiente sin sus siete, se fue a la casa de Quintero, el loco de antes de su revolución burguesa, a contestar preguntas "inteligentes", porque sabido es que, mozas como ésta, con minifaldas como esas, con unas piernas de ese porte, y con un cerebro como ése, sólo acuden a citas interesantes.
Menos mal que la Preysler sin quererlo ya lo dijo: "A ciertades edades con una minifalda así sólo puedes hacer el ridículo", o más o menos, que con el Viagra, las neuronas terminan tocadas. Ustedes ya me entienden.
Conclusión: Cuando Anita se doctoró en Biología (en la humana suponemos) y entretuvo su tiempo estudiando a la mosca del vinagre, aquella estudiante aplicada y repipi, aprendió tanto del animal, que las muestras de indentificación cada vez son mayores. Los hay que dicen que hasta se hizo un transplante. De cerebro por supuesto. La mosca todavía está llorando.

Cristinofobia: un momento de cleptomanía folclórica

En este espacio desprotegido lo que funciona es el tanto sé de ti tanto me debes. Quizá por eso a alguna le han salido hasta ojeras. Ojeras a unas y orejas de burra a otras. Otros han sentido un alivio que no se puede ni contar. Ya estaba bien de vivir con la mosca blanca detrás de la oreja. Porque lo que esta bruja docta en exclusivas y montajes puede haber conocido por boca de sus protagonistas seguro que no tiene desperdicio; eso si no es desperdicio entero. Si esta adivinadora, que pronosticó la felicidad de Carlos y Diana, sacase a paseo los dimes y diretes, los encargos que recibió, los hechizos que hizo, las tomas y pócimas que arregló y para quién, este lindo país podría partirse en tres o más. Y es que brujas haberlas haylas, como las meigas, como que no me llamo Octavio Aceves ni tengo depositado ningún zapato en el museo del calzado de Alicante. Si esta bruja, que llegó al mundo mediático en el tiempo aquel en el que Javier Sardá era el guía nocturno y espiritual de la tribu, se pusiese a cantar, con permiso de Risto Mejide, subirían la bolsa y las exclusivas. Es triste por su niño, por el que tanto sufrió y tanto cásting hizo. Seguro que el éxito de “Un paso adelante” fue por ella, magia blanca, nunca mejor dicho.

Acoso psicológico y magia negra en la nación rosa

La nación rosa se tambalea por la detención de una ratera de almas y otros enseres cotidianos. El procesamiento por la vía rápida de Cristina Blanco, una adivinadora de tres al cuarto especializada en famosos, ha puesto en jaque al personal, a las divinidades y a sus acólitos, escribientes y voceros. Desde Belén Esteban, motera despechugada donde las haya, a María Teresa Campos, reina destronada de los estudios de audiencia, pasaron por las sofisticadas sesiones de esta echadora de embustes y de cartas. Hasta don Julián Muñoz, el sempiterno alcalde de la Marbella glu glu, pasó por la bola. Debe ser que no se dejó robar el rolex que se había ganado con el sudor de su frente, que ahí lo tienen, encerradito y a punto de desamor, con reuma y todo. Y eso que lo de las artes adivinatorias es pecado mortal. Que si no... Malos tiempos para el purgatorio.

¿Cuántos negocios e intimidades habrá conocido en secreto de adivinación esta santa? ¿O le viene grande el título? Y además, como saben que la profesión tiene menos papeles que un cuervo chico, cualquier apunte de discreción y secreto profesional, si no es ficción es la nominación de Pe a los Oscar.