miércoles, 7 de noviembre de 2007

Y ahora juzgados del corazón

Pobres jueces, tanto estudiar para al final tener que decidir sobre las dichas y las desdichas de Jaime Martínez-Bordiú y Ruth Martínez, sobre el correo amoroso de la ex viuda de España y su ex alcalde, e incluso de la vida sexual de Pipi Estrada y una de sus ex, con la que según contó se portó como un machote –como mandan la necesidad de autopromoción, el marketing, la tradición y la Santa Madre Iglesia- y con la que tuvo una vida conyugal intensa, intensísima, tatuajes aparte. Yo si lo siento por alguien es por Antonio David, el ex guardia civil más conocido de La Transición después de Antonio Tejero, el de “al suelo todo el mundo, coño”, al que lo quieran o no habrá que hacerle un hueco en la Ley de Memoria Histórica. Cierto que a Estrada le faltó la procreación con su ex-, y eso quita puntos ante el clero, que si no ya se imaginan, hasta le hubieran dado un trabajillo en la COPE, pero claro en aquel entonces don José Luis no se hacía cargo de los gastos del bautizo. Y eso se notaba. ¡Qué bonito: ZP padrino de España para dolor de barriga de Mariano y amistades! O menos, que eso nunca se sabe.
A los jueces, lo decíamos al principio, les ha caído una buena. Y no debe ser fácil dirimir qué es verdad y qué mentira -por un poner- en la vida de Anita y su polaco, por ejemplificar, y es que ambos tienen un vigilante togado que vela por su pública intimidad. ¿Por cierto, será verdad lo que dijo Jesús Mariñas de que ese tal Bin Laden que todos buscan quiso alguna vez pretender a la muchacha más famosa por dedicar su juvendud a estudiar a la mosca del vinagre? De mosca a mosca cojonera y tiro porque me toca; el alma, deben entender.
Pero fíjense –volviendo a esas cosas de la justicia- que Anita la fantástica –palabras cariñosas de mamá- demandó, por pleitear que no quede, hasta a Teresa Bueyes, la que dicen auténtica y prestigiosa abogada de los famosos. Y lo mismo con su secretaria, e igual con... Con tanto pleito ya no le debe quedar tiempo para escribir guiones de éxito.
Pero a mí lo que me preocupa es el amontonamiento en los juzgados del corazón. Y es que no debe ser fácil discernir si Cristina Rapado es hombre, mujer o un primo de ET venido a menos y al que le han asignado una misión especial en Marbella. Como tampoco si los malayos son héroes o villanos, especuladores o niños y niñas prodigio, o si las ex de don Julián, el tabernero de Arenas endiosado por el difundo don Jesús, lo hacían todo por amor, o en realidad dedicaron su vida y su obra a la caridad y al altruismo, casi como hicieran durante su reinado las Chaneles –un grupo, con la excepción de Carlos Fernández, que parece ser ha cancelado ya sus galas-. Carlitos sí que anda perdido de la justicia y de la mano de dios. Santo varón. Pero no me negarán que una vez devueltas todas estas glamourosas personas a sus singulares vidas, con sus citaciones para firmar cada mes marcando agenda, y con unas declaraciones pendientes que no cobrarán como exclusivas, todo ha entrado en un compás de espera gris y anodino en el que unos se pudren a la sombra y otros y otras se tuestan al sol, y hasta asisten a fiestas de guardar, como en los viejos tiempos, porque –ya lo saben- habrán perdido el poder, pero la clase, esa, como la copla, se lleva en la sangre.
Yo, ahora que todos están prometo que te prometo con la carrera de la judicatura, espero que don José Luis o don Mariano prometan juzgados específicos para el corazón. ¡Esos sí que son necesarios y no esas cosas que anuncia el otro don Mariano, el ministro de Justicia de nuestra querida España! No sabe su señoría la lista de espera que se le está montando.
Pobres jueces
Pobres jueces, fíjense que han tenido que deliberar hasta (por aquello de El Jueves, que dios les mantenga la ironía y la real gracia) si los príncipes y las princesas hacen esas cosas que vos y yo sabemos. Pero a la vista está que no, que uno como el buen fiscal sabe que los príncipes a lo más se convierten en rana, y cuando dice El Corte Inglés que ha vuelto la ilusión, llevan a su niñita a la guarde. Y por dinero –que era lo que decían los de El Jueves- menos. Pobrecillos, pues no creo que en el tránsito de rana a princesa o de sapo a príncipe se disfrute tanto. Claro que algunos disfrutes son de gente vulgar, casi como bañarse en el Mediterráneo con un bikini como una Obregón cualquiera. Cierto que doña Leti no tenía que meter barriga.
Pobres jueces tener que poner los puntos sobre las íes del corazón y otras veleidades y además impartir justicia. Si Salomón levantase la cabeza, les aseguro que se iba a La Noria y ponía de vuelta y media a esa muchacha de la venda en los ojos. Mira que ponerse una venda con las gafas tan monas que venden a pares y a juego.