sábado, 11 de agosto de 2007

Los feos cada vez somos más

¿Se podrá ser guapa y lista? ¿Se podrá ser tonto y feo? En Antena3 tienen claro el dilema y no dan una oportunidad ni al más pintado. Guapos y tontos; feos y listos. Vean Nadie es perfecto sin soltar una lágrima y después hablamos. Jesús Vázquez, que no sé en qué grupo cuadrará (habrá que pedirle cuan american people que deletree y acentúe Vázquez), comanda un triste programa de importación que quiere entretener a las mamá chichos y a los papá chochos con una versión acuática de la enciclopedia Álvarez; un programa noño que por no tener no tiene ni cafeína, azúcar tampoco. Los tópicos y los prejuicios de toda la vida: listo y guapo imposible; lista y guapa, una rareza… Penita pena. ¿Y a Jesusito de mi vida que eres niño como yo dónde lo metemos?
Aunque para guapa Pe, la niña de Almodóvar. ¿Se dieron cuenta de que Pe hizo una película con don Pedro y no les sacaron un romance? ¿Por qué será? Ya veremos si Allen, el músico aficionado que a todos nos gustaría escuchar, se salva; que Woody también tiene su historia. Para mí que como Pe se quite las pestañas no se le escapa y rueda todo lo que haga falta. Y rodando rodando hasta los Oscars. ¿Vieron que los premios del cine norteamericano se llaman igual que ese gato made in USA que predice la muerte? La que te estás perdiendo Íker por irte de vacaciones. Si es que hay oficios que no se pueden permitir esos lujos burgueses, que en el más allá no hay clase turista, que no se descansa, que en el otro lado no hay ni cremas de protección solar, y menos encomiendas a la audiencia. Pero usted por lo pronto póngase en situación. Imagínese en una residencia y suponga que le entra el gato en su habitación. El dolor de barriga está asegurado y las diarreas mentales también.
Con todo yo de lo que tengo mis dudas es si el personal se muere porque aparece el gato a los pies de la cama o si el gato se las huele y busca al moribundo. Otro dilema, casi como el de los feos y los guapos.
Claro que para mi madre –y para mi abuela que en paz descanse- servidor siempre fue guapo de nativitate y no como los Beckham, esos a los que los peluqueros alemanes han nombrado los mejor peinados del universo mediático; menudas pintas, no tendrían ni para un guiso si no fuese por las extensiones de Vicky y sus huesos. Pero sobre gustos ya saben. Nada mejor que hartarse de cerveza. Ya hasta voy entendiendo lo de la feria del libro de Berlín. Claro que del mismo modo la revista Vanity Fair ha dicho que entre las cincuenta personas mejor vestidas del mundo –sin contar el trozo de hielo que han conquistado los rusos- están Rafael y Luis Medina, los duquesitos, los niños de Nata, perdón de Naty. ¿Pero alguien me puede explicar por qué artes son conocidos estos chicos allende nuestras fronteras? ¿Lo saben sus señorías? Habrá que preguntarle a mamá. De todo sólo me extraña que no esté entre tanto listo Kikito Rivera, the manegement.
Lo bueno de este triunfo de los feos en la tele (y eso que se ha ido sin la gracia de la audiencia Santiago Segura de laSexta) es que Jordi Urtado, Eduardo Gómez y Karmele Marchante ya no se sentirán solos. Un triunfo en el que destacan Emilio Pineda, que con su calva reluciente cada tarde remeda cual colibrí de flor en flor a España Directo y otras yerbas autonómicas; o Javier Capitán, que ha bajado de las alturas de RNE para que los feos ganemos en consistencia. U Óscar Martínez, ya ven, como el gato que dijimos, pero sustituyendo a doña Ana mientras ella se despelleja en Sotogrande, Málaga, con sus mellizas. Cosas de ser la jefa (de las audiencias, queríamos decir). Y quién sabe, quizá todo esto no sea más que una campaña orquestada en memoria de El Fari (q.e.g.e.).
Gracias BeaDesde que Ruth Núñez, Bea para las amigas, es la musa de la sobremesa española, los feos y las feas de la España de las autonomías, no sólo somos más, sino que vamos con la cabeza alta –y no me piensen mal- como un famoso cualquiera.
Gracias Bea por contribuir como has hecho a la restauración nacional. Nuestro país siempre fue de feos y osos. Y si los osos están bajo protección por qué no lo van a estar los feos que somos la esencia del espíritu nacional. Gracias por tu contribución al fortalecimiento de la reserva espiritual de Occidente que siempre fuimos. Sólo falta que a Julio Iglesias le aclaren que lo de la Operación Salida no tiene nada que ver con sus necesidades amatorias. Mientras llega el momento toca consolarnos. Los feos somos más y además podemos ir orgullosos por las calles de este país de medio metrosexuales. Gracias Bea también por llevar con tanta dignidad los modelos del mercadillo de mi barrio. Hasta Europa empieza a ser diferente. Incluso está más cerca que Carlos, compresas aparte, reine en Gibraltar.

Traumas de verano: huevos y ubres

Si yo hubiera sido George Clooney, está claro que no lo soy, y si no mírenme la cara, por nada del mundo me habría tomado ese vermouth que le preparan con los huevos helados de un toro en un anuncio en la tele. Trae mal fario y no se lo recomiendo a nadie, que después pasa lo que pasa, salvo que uno se haya encomendado a Paloma Gómez Borrero, que después de tantos años cerca de Dios y de sus representantes en esta tierra como vocera, sufre –¿será sufrir eso?- de sensaciones extrasensoriales. Cuando los niños de Aceves vuelvan a TVE le podrían hacer montar un serial como aquel de Teresa de Ávila. Pero supongo que comprenderán que hacer conexiones con Jiménez Losantos no puede traer nada normal. Ya me lo advirtió mi madre, la intelectual, y no se equivoquen, que no es Rosa Regás, ni Pilar Bardem siquiera, aunque humildemente tengo que reconocer que tampoco me importaría, pero en fin, madre no hay más que una.
Claro que eso de arrancarle los cojones al toro igual es sólo una estrategia comercial que anuncia algún tipo de lucha intestinal entre Martini y Osborne, cualquiera sabe, que en los designios de estos dioses la cosa nunca está del todo clara.
Aunque igual pensado quién sabe si los cojones del astado no son una puerta al más allá, a ese otro mundo en el que todos tendremos el trabajo de un diputado y el sueldo de un senador. Por lo pronto, sin saberlo, que si no no lo hago, de tapas por el Puerto de Santa María, me han dicho que una cosa que me he comido eran los propios del animalito con el que Jesulín, de blanco y oro, se despidió de la afición portuense. Y asegura que “ésta será de verdad”. Al toro le cortaron una oreja que la guarda la niña Andreíta en el congelador. A don Jesús lo ha metido en vereda la sin par Campanario y dice que ya no quiere más cuernos en casa. ¡Pobre Belén, con lo que ella ha luchado! Todo ha sido saberlo cuando me han entrado unas náuseas que no se las imaginan. Aunque mi compañera de viaje dice que nada de eso, que es todo lo contrario, que algunos de los héroes nacionales las gónadas del pobre animal se las zampaban para ganar fuerza y vigor, como un Viagra castizo. Por cierto, que he aprovechado para comentarle mi preocupación porque mi cuenta de correo, un día sí y el de en medio también, aparece llena de correo basura con promesas del medicamento milagro a buen precio y con total discreción. ¿Tú crees que se me nota algo?, le he preguntado. ¿O se habrá chivado alguna de mis amantes? Estoy preocupado porque estos de Internet lo saben todo y quién sabe si esto no será una premonición de esas de Octavio Aceves.
Claro que es verdad lo que ella dice, que si Allen se ha fijado en Penélope Cruz y en Javier Bardem seguro que fue porque se ha visto el “Jamón jamón” de Bigas Luna, en el que por cierto el referente nacional eran también los testículos del pobre animal de Osborne arrancados de cuajo. Y Woody, ya ven, ha caído en la tentación y se los ha llevado a su peli española. A los actores, deben entender.
Aunque el colmo en esto de los toros se lo han llevado los catalanitos de Bandera Negra, el grupo que se ha atribuido el derribo del último de Osborne en los dominios de Montilla. Pobre animal. Pobres animales. Y se han quedado tan panchos con la hazaña que ha terminado con la “inmundicia cornuda española”, mientras por el “horizonte aparecía un sol de justicia”. ¡Qué le vamos a hacer! Estarían ciegos de amontillado. Con Piqué no habría pasado, que se lo digo yo.
La Pataky lechera
Les juro que este verano, mientras otros se iban al chiringuito a ponerse de caldo hasta las orejas, servidor se sentaba en un velador con la única compañía de unas cuantas moscas, de esas playeras a las que no les afecta ni el agujero en la capa de ozono, para mirar con deleite las ubres exuberantes de Elsa Pataky sobre el título de “La Lechera”. ¡Qué más da de lo que sean! Y uno allí a pie de anuncio esperando que se hiciere realidad la promesa de “El placer de cada día”. ¿Será eso la publicidad subliminal de la que hablan los libros? Les aseguro, por si no lo vieron, que ella, mi musa y la de Garci, tiene cara de estar montándoselo con otro y eso sí que no puede ser. Un trauma, se lo aseguro, del que dios y mi psiquiatra sabrán cuanto tardaré en recuperarme. Los desengaños de este tipo son los peores. Sólo saber que esta reina está en la mente de muchos españolitos me ha ayudado a sobrellevarlo con la esperanza de que ZP, que está en todo, lo solucione o que por lo menos lo prometa. Por lo pronto Elsa no apareció y yo tengo unos kilitos de más. Otro trauma.

Lady Di o aquella pobre enferma de mitomanía

Diana Spencer, que ahora, si no hubiera muerto, asesinada –como dicen algunos y es que en accidentes de tráfico sólo muere la gente normal- para evitar que el próximo Rey de Inglaterra (Pobre Carlos, ¿reinará alguna vez?) tuviera un padrastro musulmán heredero de una tienda de bragas y otras golosinas mundanas, tendría 46 años o quién sabe si no se la habría comido la depresión, la anorexia o el marketing real, que todo podría haber pasado. Una pena la de su divorcio y otra la de su muerte; nos perdimos la conversión de Buckingham en otro Mónaco. Nunca sabremos qué habría hecho Isabel II de Gibraltar, esa santa.
Sus niños no hace mucho que se reunieron con lo más selecto de la Corte de su graciosa y retratada majestad para recordar al mito que fue mamá con un concierto. “Esta velada reúne todos los ingredientes que nuestra madre adoraba en su vida: la música, el baile, sus actividades benéficas, su familia y sus amigos”, dijo Guillermo (y les puedo asegurar que ni él ni su hermano estaban ebrios, aunque les extrañe) ante una multitud embargada por la emoción y reunida en el estadio londinense de Wembley, y entre la que destacaba entre más, sin saber muy bien qué hacía mente tan selecta entre la masa, el marido pelotero de Victoria, la repija, que ahora, con look de muñequita posyeyé, se parte el culo de fiesta en fiesta en los Estados Unidos de Ámérica, como promocionando el retorno de las brujas, de las Spice quería decir, esa colección de muñequitas de plexiglás entre las que Vicky despunta por arriba y por los pelos, los poquitos que peina, eso sí, con estilista de pago. Para que vean que aspiro a la presidencia de su club de fans, el día que quieran les paso el discurso que tengo escrito por si llega la elección. Por lo pronto me compraré ese disco que todavía no ha salido –de salidas está Hollywood lleno- pero que seguro que ya está a punto de ser por lo menos de platino.
La cuestión es que después de meterme en vena dos programas y medio de “Nadie es perfecto”, que presenta ese súper hombre –y no se rían, que es por el genérico- que es Jesús Vázquez, me he ido al psiquiatra y le he confesado que de este verano no pasa que visite la tumba de aquella musa caída del siglo XX y le rece una barbie maría. Yo, a punto del fatídico aniversario como estamos –en todos los medios están por sacar sus conservar para contarnos lo que fue de aquella princesa bobalicona y cornuda-, les puedo decir que se me ha aparecido la tal sobre la portada del disco de Elton John que preside mi retrete para ayudarme en los momentos difíciles, aunque una buena voz tampoco implica mucho más. Y si no que le pregunten a Sonsoles, la corista anónima de La Zarzuela. Y ahora –incendios mediante- de Doñana, otra reserva nacional cerca de la que se esparcieron las cenizas de Carmina Ordónez, otro mito, otra muerta.
Pero no se preocupen, mi psiquiatra –no les digo su nombre porque detesta ser famoso- me lo ha aclarado todo y me ha asegurado que nuestro mundo está lleno de ídolos que no tienen mérito para serlo. Y que los verdaderamente importantes, los guays del Paraguay, andamos –como servidor- escribiendo entre los renglones torcidos de la tierra. Otra cosa es que mi psiquiatra, en cuanto cruzo la puerta, se cuelga del la red buscando clientes en la “Second life”. Y los encuentra, de veras, palabra de periodista, aunque eso, ya me dirán, con la que está cayendo.

El recuerdo de su show
Claro que ustedes con razón se preguntarán qué hace esta reina de corazones, por la difunda (q.e.g.e.), en esta reserva ibérica. Aunque deberían saber que Diana, al margen de su bodorrio real, era un mito de esos que superan las fronteras, y que si aquel 31 de agosto ya aciago, no hubiera puesto el culo donde lo puso, o su boquita de princesa destronada donde no debía, igual, el puente de Alma sería uno de los tantos de los que cruzan el río Sena a su paso por París y el lugar no se habría convertido en santuario de tontainas y peregrinos del corazón. Y además si viene a este recóndito lugar de una revista tan seria, es porque deben recordar que cuando la princesa quería olvidarse un poco de todo, se cogía un par de amigotas de la infancia, y se plantaba de incógnita en la Marbella pre Malaya, se ponía de cerveza hasta la raja, se tiraba –o se tiraban- a un hamaquero (los del oficio más viejo del boom turístico tienen mucho éxito entre la aristocracia) y volvía a casa escocida y con la moral más subida que los tipos de interés. Y así hasta la gloria.