sábado, 11 de agosto de 2007

Traumas de verano: huevos y ubres

Si yo hubiera sido George Clooney, está claro que no lo soy, y si no mírenme la cara, por nada del mundo me habría tomado ese vermouth que le preparan con los huevos helados de un toro en un anuncio en la tele. Trae mal fario y no se lo recomiendo a nadie, que después pasa lo que pasa, salvo que uno se haya encomendado a Paloma Gómez Borrero, que después de tantos años cerca de Dios y de sus representantes en esta tierra como vocera, sufre –¿será sufrir eso?- de sensaciones extrasensoriales. Cuando los niños de Aceves vuelvan a TVE le podrían hacer montar un serial como aquel de Teresa de Ávila. Pero supongo que comprenderán que hacer conexiones con Jiménez Losantos no puede traer nada normal. Ya me lo advirtió mi madre, la intelectual, y no se equivoquen, que no es Rosa Regás, ni Pilar Bardem siquiera, aunque humildemente tengo que reconocer que tampoco me importaría, pero en fin, madre no hay más que una.
Claro que eso de arrancarle los cojones al toro igual es sólo una estrategia comercial que anuncia algún tipo de lucha intestinal entre Martini y Osborne, cualquiera sabe, que en los designios de estos dioses la cosa nunca está del todo clara.
Aunque igual pensado quién sabe si los cojones del astado no son una puerta al más allá, a ese otro mundo en el que todos tendremos el trabajo de un diputado y el sueldo de un senador. Por lo pronto, sin saberlo, que si no no lo hago, de tapas por el Puerto de Santa María, me han dicho que una cosa que me he comido eran los propios del animalito con el que Jesulín, de blanco y oro, se despidió de la afición portuense. Y asegura que “ésta será de verdad”. Al toro le cortaron una oreja que la guarda la niña Andreíta en el congelador. A don Jesús lo ha metido en vereda la sin par Campanario y dice que ya no quiere más cuernos en casa. ¡Pobre Belén, con lo que ella ha luchado! Todo ha sido saberlo cuando me han entrado unas náuseas que no se las imaginan. Aunque mi compañera de viaje dice que nada de eso, que es todo lo contrario, que algunos de los héroes nacionales las gónadas del pobre animal se las zampaban para ganar fuerza y vigor, como un Viagra castizo. Por cierto, que he aprovechado para comentarle mi preocupación porque mi cuenta de correo, un día sí y el de en medio también, aparece llena de correo basura con promesas del medicamento milagro a buen precio y con total discreción. ¿Tú crees que se me nota algo?, le he preguntado. ¿O se habrá chivado alguna de mis amantes? Estoy preocupado porque estos de Internet lo saben todo y quién sabe si esto no será una premonición de esas de Octavio Aceves.
Claro que es verdad lo que ella dice, que si Allen se ha fijado en Penélope Cruz y en Javier Bardem seguro que fue porque se ha visto el “Jamón jamón” de Bigas Luna, en el que por cierto el referente nacional eran también los testículos del pobre animal de Osborne arrancados de cuajo. Y Woody, ya ven, ha caído en la tentación y se los ha llevado a su peli española. A los actores, deben entender.
Aunque el colmo en esto de los toros se lo han llevado los catalanitos de Bandera Negra, el grupo que se ha atribuido el derribo del último de Osborne en los dominios de Montilla. Pobre animal. Pobres animales. Y se han quedado tan panchos con la hazaña que ha terminado con la “inmundicia cornuda española”, mientras por el “horizonte aparecía un sol de justicia”. ¡Qué le vamos a hacer! Estarían ciegos de amontillado. Con Piqué no habría pasado, que se lo digo yo.
La Pataky lechera
Les juro que este verano, mientras otros se iban al chiringuito a ponerse de caldo hasta las orejas, servidor se sentaba en un velador con la única compañía de unas cuantas moscas, de esas playeras a las que no les afecta ni el agujero en la capa de ozono, para mirar con deleite las ubres exuberantes de Elsa Pataky sobre el título de “La Lechera”. ¡Qué más da de lo que sean! Y uno allí a pie de anuncio esperando que se hiciere realidad la promesa de “El placer de cada día”. ¿Será eso la publicidad subliminal de la que hablan los libros? Les aseguro, por si no lo vieron, que ella, mi musa y la de Garci, tiene cara de estar montándoselo con otro y eso sí que no puede ser. Un trauma, se lo aseguro, del que dios y mi psiquiatra sabrán cuanto tardaré en recuperarme. Los desengaños de este tipo son los peores. Sólo saber que esta reina está en la mente de muchos españolitos me ha ayudado a sobrellevarlo con la esperanza de que ZP, que está en todo, lo solucione o que por lo menos lo prometa. Por lo pronto Elsa no apareció y yo tengo unos kilitos de más. Otro trauma.

No hay comentarios: