miércoles, 3 de octubre de 2007

Borjita se nos casa sin interés

Lo peor que te puede pasar en esta vida es que se te pierda el telefonino y lo encuentre un cazarecompensas dispuesto a sacarte los colores, los perros a hacer pipí y las perras por amor a lo que ya saben. Con la de cosas que puede contar un cacharro de estos, ni el cura confesor lo sustituye. Si es que sólo les falta hablar. Y es que a estos aparatitos si no los carga el diablo, los maneja un primo suyo que colecciona exclusivas y obras de arte.
Claro que cualquiera sabe si todo esto es verdad o es el resultado de la comparsa que sonríe y se mece con los vientos de mamá, aquella miss que terminó, después de coleccionar galanes, haciendo lo propio con cuadros y otros enseres dignos de atención; si no de entendidos en arte, de bufetes de abogados especializados en el desvarío patrimonial y las ofrendas al papá Estado.
Pero esta historia de amor y exclusivas está degenerando en una comedia de enredos y mal gusto, con un casamiento de fondo que muchos voceros rosas pregonan ya como imposible (a lo mejor porque el novio se queda dormido, y ahora sin el permiso de mamá). Y fíjense que se ha muerto hasta el cura que andaba terciando para que la boda tuviese lugar en la capilla del antiguo esquileo de Cabanillas del Monte (Segovia). Manuel Cuesta Palomero, tío carnal de la novia, murió repentinamente hace unos días en Galilea, casi como Jesús. El buen hombre habría de haber sido el encargado de oficiar la extenuante boda de este barón rampante. En cualquier caso no termino de entender el empecinamiento en casarse en ese bendito lugar, que fue siempre más propio de churras y merinas que de gerifantes del corazón; claro que trasquilados como van los unos y los otros, ningún lugar del mundo sería ni más apropiado ni mejor. De todos modos, y por si cabía la duda, lo que sí me parece a mí es que entre unos y otros están poniendo los antecedentes necesarios para que, si llega el día de la anulación eclesiástica, no falten ni testigos ni razones para la tal. Claro que muchos de estos entuertos que nos entretienen no serían tales si en medio no hubiera un redil lleno de millones. O por lo menos los había, que también están los que dicen que entre unos y otros se zamparon la herencia del papá barón que en gloria esté.
De todos modos, con la ex miss comandando el espectáculo, casi igual que cuando se encadenó con grilletes de diseño a los pobres árboles que nunca le dieron sombra, uno termina pensando que la rabieta viene y va porque no es falso el dicho que anuncia que piensa el ladrón (sin que diga que la tal lo sea) que todos son de su condición. Sabia sentencia que recuerda, que si lo de Blanca es braguetazo lo de su suegra, no fue menos, por mucha pintura rosa que se gasten sus acólitos en bendecir los amoríos de doña Carmen, que después de aquello parece que no aprendió nada de cuánto duelen los desaires de la familia.
Pena que yo, cuando alguna vez pensé en esta historia de ranos, marmotas y cenicientas retratadas por dinero y en bragas allá donde pudieron, siempre creí que escribiría sobre un cuento de hadas, con barones y baronesas, y que ahora llegado el momento, aquí me tienen con la necesidad de contarles el cuento de la buena pipa (y no extrapolen a donde no deben que les conozco) con brujastras malas malísimas repartiendo escobazos por doquier. Bruja mala que antes de tal, fue, echadora de polvos mágicos y coleccionista de cuadros, incluido el de su propia vida.
Millones de besitos
“Tengo la impresión de que no te veo desde hace una eternidad y te echo mucho de menos (...) Espero verte la semana que viene o el fin de semana siguiente. Millones de besitos”. Y lo de besitos en castellano con letra grande de colegiala miope de primera fila. El amor. En fin, que el francés, mientras la reina de su casa, Cecilia Sarkozy, se iba de funeral, el de su ex, Jacques Martin, aquel buen hombre con el que la casó exactamente don Nicolás cuando fue alcalde de Neuilly. Y después ya saben: El casador casado. Una carambola para las “Siete mesas (de billar francés)”. Y sepan que las tres musas hubieran dado el tipo de la aspirante, una periodista que se llevó al huerto al casador. ¿Y ahora quién será la otra? Puro amor. Esto es un presidente con huecos en su agenda para algo más que hacer promesas. Millones de besitos; casi como Rafael Leflet, que según papito Mariñas, ese hombre todo corazón, envió a su ex enamorada en tocata y fuga, una tal Gema que empieza a hacer historia, 520 mensajes impregnados de pasión. O de odio.

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