lunes, 15 de octubre de 2007

Ni los toros son lo que eran

José Tomás, el Sabino, se ha ido a México y ha largado lo que nadie esperaba. Embistió con toda la fuerza de las palabras (lo que tiene más inri viniendo de un tío tan callado) contra su colega Enrique Ponce, que en ese momento estaba –supongo- leyendo el Hola!. Y es que José Tomás ha dicho que el otro no se arrima. Y todos hemos entendido que será a los toros, porque a su Palomita sí que lo haría; aunque fuera para explicarle la parábola de la semillita. José Tomás ha abierto la boca y ha subido el pan. Apunten a otro culpable. Lo malo es que eso de no arrimarse está muy extendido en el gremio y nadie ha explicado el sentido del ensañamiento. Dios sabrá la razón de este diestro que, aunque no es Sánchez Mejías, aquel torero que escribía obras de teatro y ripios en los aledaños de la Generación del 27, igual termina inspirando a don Joaquín para que le escriba un pasodoble.
Y en esas se nos fueron Suárez Illana, que fuera subalterno de Chema en La Mancha, y Jesús Janeiro, que se nos fue matando, con mucho trabajito, a un bocel de nombre “Estafador”. Con este nombre lo mejor es no decir nada. Lo suyo fue en la plaza zaragozana de la Misericordia el mismo día que le pitaban en Madrid a don José Luis los mamporreros –si la palabra la emplea Luis del Olmo será la correcta- de Mariano y allegados.
Misericordia se llamaba la plaza y sabe dios que la tuvieron los maños que, a pesar de lo deslucida de la tarde, se comportaron como el respetable que eran. En el adiós hubo lágrimas, brindis al apoderado y desgana. Y es que Jesús tampoco se arrima como antes, por lo menos a los toros. En la despedida no estuvieron ni Belén, su ex de referencia (aunque nunca fuese gran cosa), ni su papá que ahora dice que no, que de bodas con “la Angelita” ni pensarlo, que habrá que esperar a que el mercado de las exclusivas se recupere, que el presupuesto del año se lo llevaron el niño de la baronesa y su amazona. Papá Janeiro no se casa, pero sepan que por si las moscas, Camila –una de sus ex más abnegadas- le advirtió que se pusiese el chaleco antibalas (el antipicos y palas lo lleva puesto hace ya mucho tiempo) porque ella estaba por hacerse notar.
El torero de Ubrique, que en tiempos llenó de bragas los tendidos y de corridas su currículum, se nos ha ido con la taleguilla a otra parte. El torero, antes de irse del todo, se ha “paseado” por las plazas amigas recogiendo el aplauso sin contemplaciones de la afición. En su Ubrique natal de seis toros seis, el garboso caballero español cortó 11 orejas y 3 rabos, es decir, que dejó una oreja para que en el matadero se la comieran con papas. Un éxito. Y además uno de los toros, el de la divisa de José Luis pereda, se portó tan bien que fue premiado por su compostura con la vuelta al ruedo tras el arrastre. ¿De qué le serviría al pobre?
Lo mejor de la tarde fue cuando don Jesús dedicó uno de los toros de la tarde al amor de su vida, a María José Campanario: “Espero estar contigo el resto de mi vida”. ¡Olé tus guevos!, coreó una espontánea que no era ni siquiera prima de la Pepa. Sepan que hasta Víctor Janeiro, el torero de la saga que nos quedará cuando don Jesús se vaya, podría haberse corrido de gusto.
Aunque para gusto el de El Juli que el último viernes se casó con Rosario Domecq después de mucho sufrimiento, porque hay familias y familias. El torero y la relaciones públicas. Nada del torero y la folclórica. Esto de los toros ya no es lo que era.

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